junio 22, 2013

Plenitud de hoy


Aún no tengo muebles decentes, todavía no tengo un paraguas que use de costumbre -siempre estoy comprando uno cuando llueve- tampoco siento que tengo una juventud que debo dejar atrás. La lista http://www.biobiochile.cl/2012/04/25/30-cosas-que-cada-mujer-deberia-tener-y-saber-al-cumplir-30-anos.shtml tiene ciertos puntos que para mi no son aplicables.

En primer lugar debo decir que la juventud no se deja atrás, la juventud, por lo menos de espíritu que repercute en cuerpo y mente, se mantiene contigo hasta que así quieras. Al cumplir los 30 no voy a decir   "adiós juventud", creo que más bien debería tomarlo como Berna (tocaya de los 30) dijo hace poco, "siento que ahora es que haré con mi vida, ahora es que me toca vivir cosas maravillosas" Algo así dijo. Yo creo en eso. No siento arrugas, achaques, desesperanzas ni ansiedad. Puedo ser sincera y decir que temía llegar a esta edad, pues la veía lejana y me imaginaba que sucederían cosas no tan enérgicas como las que la juventud me ha dado por vivir. Pero me satisface sentir que estoy verdecita todavía, con más seguridad y confianza en mi, con vigor y ganas de seguir haciendo. 

Un pasado interesante para contarle a mis nietos. Eso lo veo muy lejos, ¿nietos? Un pasado interesante si, lo tengo, interesantísimo. Puedo escribir un libro acerca de mi vida y sé con seguridad que no será nada aburrido.

Yo lamento si debí, en este momento, sentirme diferente o envejecida, la verdad es que no, todo en mi funciona como siempre, como si no ha pasado el tiempo. Me siento muchas veces desconocedora e ignorante de muchas cosas aún, y todavía ansío respuestas de la vida, que sé sólo las responderá el tiempo.


Y puedo culminar luego de ser tan yoísta y hablar sólo de mi, con una reflexión y consejo. No desesperen. No se asusten con los años, no hagan cosas apresuradamente, como casarce o tener hijos, por el hecho de que están pasando los años. No teman por no tener aún la olla de presión que mamá ya a tiempo tenía. No vuelquen el camino y el destino que les toca vivir esforzándose y obligándose a cosas que no sientan necesarias para su felicidad. Piensen en el ahora, en el presente que es grandioso y el que está tocando vivir. Plenitud.

Foto:

junio 19, 2013

El primero de la lista

Siempre lo he dicho: soy mujer de mujeres.
Sí, me gustan las mujeres, sus incertidumbres, sus vivencias, sus ciclos menstruales, sus pensamientos, su capacidad para hacer y decir.
He aprendido a conocerlas y ser feliz rodeada de valiosos ejemplares, he aprendido de ellas y se que ellas han aprendido de mi. Las escucho, las analizo, las vivo. Establezco relaciones de amistad duraderas e importantes y eso lo disfruto plenamente y además me siento orgullosa de ello.

Sin embargo, y que quede claro, para relaciones de pareja (o intento de lo mismo) prefiero los hombres. No he tenido muchas relaciones estables en la vida pero compartir con ellos se ha convertido en una suerte de conocer mejor a la mujer, que al fin y al cabo es conocerse a “una misma”.

Punto número uno: “Un antiguo novio con quien puedas imaginar volviendo y otro que te recuerda lo lejos que has llegado”.

Existió una persona con un espíritu sensible y arriesgado que supo enseñarme que la relación con el sexo masculino no tiene que ser traumática ni compleja. Puede surgir y permitirse con armonía, comunicación y total respeto. Éramos jóvenes y por lo mismo terminó, pero me recuerda que el amor sincero y un tanto inocente existe y no hay por qué dejar de creer en él. Aunque a veces, se me pierde ese aprendizaje en el camino.

Me gusta andar sola y pararme por mí misma, y eso también lo entendí con él. Me gusta tener mis espacios, pero eso no lo entendió. Me incitó a desprenderme de lo que sea que me ate (cosa que ya era natural en mi) y luego, al darse cuenta, solo me dejo el camino libre. A veces lo recuerdo y a veces aún nos hablamos.

No creo que sea adecuada una relación a la cual “volver”, si acaso volver es echar para atrás, entonces que ninguna sea eso, sino siempre hacia delante con una nueva relación que te recuerde “lo lejos que has llegado”. Y si acaso no has “llegado lejos” –lo que sea que eso quiera decir- sería bueno pisar los treinta estando bien alejada de relaciones que compliquen la vida innecesariamente y generen más amarguras que alegrías. (Nota mental: principio básico de una relación)

Ciertamente, una de las cosas que me gusta de compartir con mujeres es que siempre, en algún punto, terminamos hablando de hombres.

junio 13, 2013

Visto bueno



Vamos a ver... Empezando a darle vueltas a esta lista me causa ansiedad comenzar con el Punto N°1. Un antiguo novio que imaginas volviendo. Mi primer novio fue el que conocí en el liceo, a decir verdad en el preescolar. Cursamos casi toda nuestra escuela primaria y  básica juntos, sólo que llegamos a tener más que una amistad en bachillerato. Esta idea de que vuelva o volvernos a juntar siempre ha rondado mi cabeza. Sucede con cuestionamientos como estos: Que si no hubiéramos terminado la relación, ¿cómo seríamos en este preciso momento juntos?, ¿Estuvo bien terminarlo todo por haber tomado destinos profesionales distintos?, ¿No valía la pena luchar permanecer juntos a pesar de la distancia? Yo creo que error no fue, el habernos separado fue lo que hizo que hoy llegara a ser la de hoy.  

Seguro que toda mujer que recuerda de una manera especial y hermosa a ese chico anterior, que le dio tanto amor o con el que vivió tantas cosas, tiene de vez en cuando la fantasía de imaginarse junto a él otra vez. Siempre, todos los días yo lo hago. Antes de los 30, casi obligatorio es que ya podamos sentir cosas como esas.

Y lo de otro que te recuerda lo lejos que has llegado. Éste que me recuerda cuan lejos he  caminado me hace sentir que sin siquiera  llegar a los treinta he tenido de todo en mi vida, ¡hasta un niño! Antes de los 30 me he convertido en mamá. 

Así que punto número uno, ¡LO TENGO!

mayo 19, 2013

Pongamos orden en este blog

La idea de este blog empezó por una mutua emoción de las blogueras que aquí escribimos (o pretendemos escribir eventualmente) por el sólo hecho de cumplir 30 años.
Treinta.

No se trata del temor por la edad o la "vejez" por venir, ni por la "juventud" que se deja atrás (convendría aquí un largo hiato sobre qué significan para cada una los conceptos de vejez y juventud, pero eso implicaría incluso dos entradas por persona, o al menos una).

Lo cierto es que nuestra "emoción" respecto al próximo cumpleaños se mezcló armoniosamente con una continua rutina de tareas infinitas en el día a día que parecen no finalizar, y una baja enérgica a la hora de escribir, sin olvidar la musa y el duende quienes, aunque les exigimos constantemente se asomen, no llegan.

Tratando de buscar inspiración, nos topamos con una lista de "30 cosas que cada mujer debería tener y saber al cumplir 30 años". Nada original la verdad, lo sabemos, pero nos pareció divertido darle un chance a la lista y plantearnos redactar cada vivencia respecto a cada punto, a ver si la logramos cumplir antes de los 30.

No pretendemos ajustarnos fiel y ordenadamente a cada ítem, pero si algún punto de los allí expuestos logra que aparezca la ansiada inspiración en forma de musa o duende, pues entonces quedará de nuestra parte compartir las cosas que ya tenemos y sabemos, o las que todavía no.

Ese es el plan inicial.

¿Será que así, sólo por diversión, entonces sí llega el Duende de García Lorca?

abril 03, 2013

Una rodilla que hace la vida diferente


Yo quisiera decirles, no porque soy la mata del conocimiento sino porque creo ser todo lo contrario a lo que dice el termino, que aún no se nos ha acabado el tiempo para aprender y conocer en cualquiera de los casos. Estos días han sido diferentes para mi. Tengo una rodilla recién operada por artroscopia. Dos simples huequitos por los cuales cocieron el menisco y descubrieron otra importante lesión. El ligamento cruzado distendido. Son días raros, en que pienso cosas raras y locas, me asusta a veces pero creo que son pensamientos que consolidan, confirman y marcan mi futuro cercano y lejano. Mi vida de hoy es así, viviendo una lesión que me imposibilita bailar. Hacer lo que toda mi vida he venido haciendo mejor que nada. Esta es  mi vida hoy, porque estoy viviendo hoy, valga la pena resaltar. No voy a solo recuperarme para el futuro, el futuro siempre será el día siguiente al de hoy, y mañana aun tendré la rodilla del tamaño de una patilla recuperándose. Entonces, viviré mi recuperación hoy mañana y pasado, hasta que un día ande saltando y haciendo altísimos "saudechats" otra vez.

Cuando digo en cualquiera de los casos en el párrafo de arriba, me refiero a que "tutti mundachi" (con el mal uso del italiano) no se le ha acabado el tiempo. A la que se le fue un familiar para la otra vida, a la que se divorció, a la que le montaron los cachos, a la que se quiere mudar de país, a la que perdió una materia, a la que se le fue la mano, a la que no se mide, a la que se quiere enamorar, a la que se siente la más fea del mundo, a la que se inyecto las nalgas, a la que no le quedo bien la nariz luego de la cirugía, a la que no entienden, a la que padece de cáncer, a la que no se conforma. A todas, y a todos aunque me haya referido al sexo femenino en cada ejemplo, le queda mientras por las venas circule la sangre, una esperanza de saber vivir y aprovechar la vida.


Feliz comienzo de aprovechar la vida



marzo 13, 2013

Tolerancia

Foto: elrelojazul.blogspot.com
Creo que una de las cosas que mejor me he percatado respecto a mi cercanía a los 30, es que me he vuelto más tolerante. No me refiero al hecho de aguantarme todo lo que escucho, veo o siento, y “calármelo” porque no me queda otra.
No, eso no es tolerancia.
Según la RAE, la segunda acepción de tolerancia es “f. Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.”
De eso se trata.
Unos muchos años lidiando con mi hermana menor (a quien amo profundamente), con la cual luego descubrí que me la llevaba mejor si NO vivía con ella, y luego otros tantos años cambiando de casas, hogares y roomates, me han llevado a esto. Poco a poco se va aprendiendo a convivir no solo con los diferentes techos y tamaños de cocinas, ni siquiera solo con los horarios de las otras personas que viven contigo, sino que se aprende a coexistir con sus malos y excesivamente buenos humores, con sus gustos y disgustos, con sus particulares parejas de vida e imprevistos familiares/amigos de visita, con sus costumbres de uso y desuso de baño, música, limpieza, con los acuerdos y desacuerdos que se crean dentro de la misma convivencia.
Eso, definitivamente, me ha vuelto más tolerante.
No obstante, no se trata de soportarlo todo cual hippie y dejar a todos ser, pues más bien siento estar más clara en lo que quiero o no aceptar y hasta dónde. Considerando que cada persona es distinta y si quieren actuar y pensar de una u otra forma, básicamente, es su problema. Ahora bien, si mi “límite” de tolerancia es sobrepasado, pues unas veces me sorprendo yo misma de mi capacidad de control, respiración profunda y sigue-adelante como niña grande, otras veces, el control se va a la mierda y cual niña adolescente esputo frases llenas de verdades sin pena y honestidad embarrada de no-me-importa-lo-que-pienses.

Afortunadamente, mi nivel de tolerancia ha aumentado, asi como el control a mi capacidad reactiva (otro tema) así que este tipo de reacción (la segunda mencionada), cuando llega a suceder, podría ser considerada hasta necesaria.

enero 17, 2013

Los diciembres pisados


He visto 29 diciembres en mi vida. Mira que son bellos.

 Treinta... Mi mamá sí viva estuviera ya estaría preocupada, no solo de que no tengo el dichoso anillo en el dedo anular, sino que soy mamá y nada de velo y corona. 

Dedicar letras, palabras y fábulas, o cualquier cosa que surja de mis dias, con casi treinta y con los cumplidos treinta a este blog, será entretenido y algo desafiante. ¿Qué he hecho hasta hoy, qué haré a partir de hoy? No prometo que el anillo estará en mis dedos, pero puedo asegurar que cada instante de mi recién nacida vida, lo viviré "inhalado y exhalado" con la profundidad necesaria para sentirme viva. Y no puedo negar que no ha sido agitada hasta el día de hoy. Recuerdo mis diez y mis veinte ¡y ya casi  salto a los treinta!. Los esperaba diferente, pero a tan solo once meses y medio de llegar a ellos me siento muy parecida a todos los anteriores. De niña me imaginé de traje, tacones, bolígrafos en los bolsillos, una plancha para la ropa  y algunos achaques . Estoy realmente satisfecha de que de niño uno imagina cosas estipuladas y restringidas y ya, no suceden. Que lo diga mi amiga "treintañera".

Y voy a empezar como siempre empiezo todo. Haciéndolo.
Esto dice bastante: 1983-2013


enero 09, 2013

Un manual, para empezar.

No nos dan manual para vivir.
foto: [berna]
Nacemos, crecemos, nuestros padres nos enseñan cosas o las obvian. Sin manual.
Quizá todo fuera más fácil si nos lo dieran, pero no existe. Últimamente hay un boom de libros de autoayuda, pero esos (si acaso lo son) manuales escasamente funcionan.

Quise un manual cuando me gradué y no supe qué estudiar. Deseé uno con desespero cuando falleció mi hermana del alma. Quise otro cuando empecé a tener novios, quería también uno cuando me mudé a vivir sola y dedicarme a lo que siempre había soñado. 
Googleé manuales para mandar al mismísimo cuerno a quienes me removieron el corazón.

A estas alturas, a mis casi 30, ya se que no hay manuales de cómo asumirlos y muy especialmente en los casos en los que los cánones sociales esperados importan poco y no interesa llevar puesto un anillo en el dedo anular, tener hijos, carro, casa con jardín y perro. Como es mi caso.

No hay un manual para cumplir 30, pero esta vez no lo estoy buscando desesperadamente, simplemente vivo cada día con los sentidos despiertos, aceptando lo que la vida me ofrece y volcando un poco de esas experiencias en este blog que ahora dedico.

Ya que no tengo manual, lo hago en la mejor compañía, otra "cuasi-treintañera" con ganas de cumplirlos, como yo.

Aquí voy pisando los treinta, deseando que lleguen y con emoción.
Quizá esto ayude a ser un manual, ¿quizá?